Hoy en día la formación está muy de moda.
Se ha pasado del maestro que enseñaba al joven aprendiz, a cursar
estudios interminables con un amplio abanico de posibilidades.
Pero reflexionemos sobre el aprendizaje, también en el entorno de la seguridad vial. En todos, lo que nos interesa es que sirva al alumno lo que queremos transmitir.
¿Es suficiente con adquirir conocimientos
teóricos? Acaso se aprende escuchando y siguiendo con lo establecido,
tal y como nos han dicho?
¿Por qué en la mayoría de casos no se aplica lo “aprendido”? ¿Por qué el objetivo es en la inmensa mayoría de casos “aprobar”?
Casi siempre uno no se queda convencido,
ni ha interiorizado lo oído o leído. Es más, enfoca el estudio de cara
al aprobado en el examen teórico para poder pasar a las clases
prácticas.
Me consta el deseo de los formadores de
facilitar un buen aprendizaje que conlleve una mayor calidad en la
conducción. No obstante esto no es suficiente ni garantiza que se
obtenga el resultado esperado. ¿Por qué sucede si se trata de formadores
expertos?
Se intenta dar una serie de
conceptos/conocimientos y es conveniente tener en cuenta a quién se está
dirigiendo el docente/formador.
Nos basamos en general, en un modelo informativo lleno de consejos expertos que repetimos con un estilo tradicional.
¿Qué hay que cambiar para que la
formación realmente surta efecto y provoque un cambio en el aprendizaje
en aras a disminuir la siniestralidad?
Toquemos la motivación. No basta con
dedicar unos minutos para motivar. Es básico establecer una relación de
colaboración, de escucha activa de los puntos de vista del que está en
(y no al otro lado de) la sala/clase y “dejar surgir” los motivos para
cambiar.
El formador eficaz utiliza técnicas
concretas que sabe cuándo aplicarlas, siguiendo una metodología
contrastada. Al mismo tiempo propicia la reflexión. Se habla mucho de la
empatía y aquí es también fundamental. Preguntas, preguntas y más
preguntas que suscitan debate para promover un cambio voluntario en beneficio de uno mismo y de la sociedad en general.
Si no tocamos sentimientos, emociones, no
es suficiente. Al fin y al cabo, motivar es aumentar la probabilidad de
que una persona siga nuestras recomendaciones para cambiar un
comportamiento o promover una actitud.
En la mayoría de los casos tenemos
ambivalencias (sentimientos contrapuestos) que hay que explorar y
resolver. Quizá haya que revisar cómo estamos impartiendo formación.
Por eso es muy importante que el formador
utilice un buen estilo de comunicación a modo de guía (que motive,
apoye y refuerce), dejando atrás el estilo directivo (que prescribe,
explica, informa y organiza).
¿Qué habilidades son necesarias? Preguntar, escuchar e informar. ¿Cómo las utilizamos? Ahí está la clave, en el balance de estas tres habilidades.
No somos los únicos con buenas ideas, las
personas toman sus decisiones y el cambio se produce cuando cada uno lo
decide. Se requiere de la colaboración, huyendo de imponer, y que se
establezca un vínculo centrado en la persona, es fundamental.
Al fin y al cabo cada uno ha de encontrar
sus propias razones para cambiar y la interacción con el formador puede
o no mover a desear ese cambio, a creerse con esa capacidad, para así
decidir que cuanto antes es mejor empezar.
http://psicologiamoraliblog.wordpress.com/2014/12/08/formando-en-seguridad-vial/
No hay comentarios:
Publicar un comentario