Con todos mis respetos, Ilustrísimo Señor,
sólo con las multas el Proceso Pedagógico es Incompleto ...
Bartolomé Vargas, nacido en Córdoba en 1950, ha desempeñado una larga carrera como jurista desde que entrara en el ministerio público hace 38 años. Actualmente ejerce como fiscal coordinador de Seguridad Vial, responsabilidad de ámbito nacional que detenta desde 2006. Traza un paréntesis por unos minutos en sus vacaciones para trasladar un mensaje desde Diario CORDOBA: nuestras carreteras son cada vez más seguras pero aún hay una profunda labor de concienciación que realizar.
¿Qué papel le corresponde a la hora de mejorar la seguridad vial en España?
--Yo como fiscal de sala coordinador mi función es promover una aplicación rápida, proporcionada, disuasoria y rehabilitadora de la ley desde los conocimientos especializados en seguridad vial. Al mismo tiempo, coordino y dirijo la actuación de las policías judiciales de tráfico para que formen atestados en los que se consignen los datos necesarios para que haya una buena investigación y el fiscal pueda ejercer su acción penal. De mí dependen 50 fiscales delegados pero la gran mayoría de la plantilla de la fiscalía interviene en los procesos de tráfico ya sea en los juzgados de guardia o en los procesos por diligencias urgentes tramitados por delitos viales.
--Usted ha insistido en que las multas no son la única medida disuasoria, también existen servicios a la comunidad que ponen en relación al delincuente con los afectados. ¿Qué efecto tienen estas medidas?
--Las multas son una llamada de atención al ciudadano y tienen un mensaje claro: "No lo vuelvas a hacer". Buscan provocar una reflexión, que los infractores tomen constancia de que se han equivocado, han infringido la ley. Las multas no están dirigidas en absoluto a recaudar sino que su finalidad es pedagógica. Se aplican tanto en el ámbito administrativo como en el penal, pero en este último además existe una sanción de trabajos comunitarios. El año pasado dictamos 45.000 penas de este tipo, un tremendo esfuerzo por parte de la fiscalía que se orienta a la reinserción del infractor, algo que para nosotros es primordial. Para ello es necesario poner en contacto al infractor con el delito, con las víctimas, que devuelva a la comunidad lo que haya podido quitarle. Es difícil de ejecutar pero el alto número de penas de esta condición es un buen dato. Se busca que el delincuente invite a los demás con su experiencia y testimonio a no infringir la ley.
--A veces se cree que las infracciones de tráfico son un delito menor. ¿Cómo se conciencia a la población de que no es así?
--Hasta hace unos años ha habido la impresión de que las leyes de tráfico son de segundo orden, pero no es así en absoluto. El legislador deja bien claro que son tan importantes como las demás, y así son las penas previstas en el Código. Hay un problema de conciencia social, la consideración de que en carretera nuestras obligaciones no tienen importancia, y esto es una falta de cultura que hay que subsanar. Hay que atajarlo desde los colegios y con la formación permanente de los conductores. Lo que está en juego es nuestra vida y la de los demás. Es verdad que en nuestro país se ha avanzado mucho, y yo he sido testigo de ello, empezando por asumir responsabilidades en esta materia, pero es algo que aún tiene que consolidarse y crecer. Hemos logrado entre todos ser el sexto país de Europa en muertos por millón de habitantes pero no es una cuestión de estadísticas sino de cultura.
--Como ha dicho, no se trata solo de concienciar a los infractores, es una labor más amplia. ¿Cómo se está abordando el tema desde las escuelas?
--Si la aplicación de la ley es fundamental, todavía lo es más la educación. Abordar la seguridad vial desde la infancia es clave, y es necesario un modelo normativo en el que se estructure institucionalmente este tipo de educación. Tiene que haber una mayor organización de manera que continúe durante toda la vida si es posible. Debe de darse en las autoescuelas, a las que uno no va a sacarse el permiso de conducir sino a formarse. Conducir un vehículo conlleva riesgos y los alumnos deben de ser conscientes de ello. Y desde el momento en que se obtiene el carnet no se puede dar por supuesto que se sabe conducir, uno adquiere hábitos negativos sin darse cuenta. Esto también concierne a los peatones, que también deben de tener unas pautas al usar las vías públicas.
--En este sentido, ¿hasta qué punto se reciclan los conductores en España?
--Las revisiones de carnet son una oportunidad excelente de evaluar la competencia del conductor, pero hay que esforzarse para que se hagan con el rigor adecuado, tal como están reguladas en la ley. Sin embargo, debe de ser el propio conductor quien se mentalice y sepa cuál es su condición a la hora de conducir. El ciudadano solo puede ponerse al volante cuando tenga plenas capacidades y si no las tiene no debiera conducir. No debemos jugar con ello, hay estados de salud que no son compatibles con la conducción.
--Hay conductores que se escudan en el estado de la vía cuando se produce un siniestro. ¿Están las carreteras españolas en las condiciones adecuadas?
--Nuestro país ha hecho un gran esfuerzo por tener unas buenas infraestructuras. Quizá ahora, con la crisis, en determinados tramos se produzca un deterioro mayor, pero es algo que se puede subsanar. Al margen de eso, los conductores están obligados a adecuar su velocidad a las condiciones de la vía. Las responsabilidades son compartidas. Las autoridades tienen la obligación de tener las carreteras en el mejor estado posible y con la señalización pertinente pero los conductores no por ello están exentos de su obligación. Si el conductor percibe que las condiciones de la vía no le son propicias debe de moderar la velocidad. Insisto, la velocidad debe de estar en relación con las condiciones en que se da la conducción, climáticas también, no solo se debe de tener en cuenta la señal que marque la velocidad máxima. Es una estrategia europea el invertir en infraestructuras para evitar accidentes de tráfico, pero es esencial contar con la colaboración ciudadana.
--Durante un tiempo se habló de subir el límite de velocidad. ¿Cree usted que mientras siga habiendo factores en contra la política debería ser la contraria, la de reducirlo?
--Los límites lo que debe de hacerse con ellos es cumplirlos. Si el límite es 120, es 120, no 140, y en ciudad es el que es y también debe respetarse. La velocidad máxima se debe de vigilar con el mismo rigor que se tiene al no quebrantar otras leyes. Los ciudadanos tienen que tomar conciencia, como decía antes, y no escudarse en las finalidades recaudatorias, los márgenes, etc. El 25% de los accidentes de tráfico, según reconocidos estudios que se encuentran en la base de la legislación europea, son debidos a la velocidad, y no se puede ignorar un 25% cuando su resultado es la muerte.
--En aquellos casos en los que se contempla pena de cárcel, algunas asociaciones de víctimas estiman que las sanciones deberían ser mayores. ¿Cuál es su opinión al respecto?
--Lo que debemos hacer es cumplir la ley vigente, y eso significa aplicar las penas a todos y cada uno de los delitos que se cometen. No cabe la impunidad. Yo creo en la eficacia de la ley y no en la duración de la pena. Algunos conductores eluden la ley y no son sorprendidos por los controles, entre otras cosas porque fraudulentamente los eluden. Hay que acabar con el sentimiento de impunidad que pueda reinar. Que sepan que antes o después, por su bien y el de todos, serán captados y llevados a los tribunales. Ese es el mensaje y según las estadísticas cada vez somos más eficaces. Aún así, son una minoría los conductores que no respetan la ley: de cada 100 conductores, menos de uno tiene una condena penal, pero es que en los positivos de alcoholemia tenemos unas cifras de 1,5 en carretera.
--Sin embargo, sí se ha incrementado el número de conductores sin carnet. ¿A qué se debe?
--Realmente, más que haber aumentado lo que ha ocurrido es que se les ha detectado con más frecuencia. De nuevo se trata de una cuestión de eficacia. Desconocemos el número preciso de personas que cogen el coche sin permiso, pero en España hay 26 millones de conductores en el censo y, en comparación, las 25.000 denuncias que se han dado por este hecho son una minoría. Puede que haya más conducciones sin permiso pero se imponen las buenas prácticas de la mayoría de los conductores que respetan las normas, y las cumplen pese a la tentación que todos podamos tener de acelerar para llegar antes.
--Como cordobés que es, ¿cuál cree que es el nivel de actuación que se da en Córdoba en materia de seguridad vial?
--En Córdoba se hacen muy bien las cosas en esta materia tanto en los juzgados como por parte de la Policía y la Guardia Civil. Deseo destacar la excelente tarea del fiscal delegado de Córdoba, Jesús Aparicio, bajo la dirección del fiscal jefe, José Antonio Martín, y de todos sus compañeros. Ha de saberse que los fiscales y sus fuerzas actúan con el máximo rigor y efectividad
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