sábado, 23 de agosto de 2014

Empatía, más allá de ponerse en el lugar del otro ....

Por :


Empatía-Psicología-tenerife-psicosalud












Prácticamente todos hemos oído alguna vez la palabra empatía, puede que la usemos con frecuencia o que incluso ya la hayamos incorporado a nuestro vocabulario habitual. Pero, ¿realmente utilizamos bien el término empatía? Veamos qué implica utilizar esta habilidad a nivel psicológico.
¿De qué hablamos cuando hablamos de empatía? Lo que se nos viene rápidamente a la cabeza es la definición popular de empatía “Ser capaz de ponerse en el lugar del otro”; “Ponerme en sus zapatos”; “Ver a través de sus ojos”. Estas definiciones nos sirven para ejemplificar rápidamente lo que hacemos cuando llevamos a cabo un proceso empático con otra persona, sin embargo se quedan incompletas, no nos permiten abarcar el concepto en su totalidad, quizá porque nos hemos aprendido con tal automatismo esta definición que le hemos restado sentido al concepto.
Ya la propia Real Academia de la Lengua nos avisa de que no es un proceso simple, empatizar requiere, además de identificarnos, compartir sentimientos con la otra persona. Se trata de la capacidad de comprender los eventos internos del otro (pensamientos, emociones, sensaciones, etc.) y que nos induce a sentir el estado en el que se encuentra la otra persona y actuar en consecuencia.
La mayor parte de las investigaciones, entre ellas estaesta con adultos o esta otra con niños, coinciden en que la empatía está constituida por varios componentes. El componente cognitivo, relacionado con la capacidad para comprender los procesos mentales de la otra persona, es decir, ser capaz de adoptar su perspectiva. El componente afectivo, que incluye la identificación con el estado emocional del otro y la respuesta emocional que nos provoca el hecho de empatizar (tristeza, preocupación, ansiedad, rabia etc.)
Es interesante incluir otro componente conductual. Es innegable que sentir empatía por otra persona nos lleva a experimentar sensaciones y sentimientos compartidos. Cuando hablamos sobre la relación entre la evolución y las emociones, vimos que la función de toda emoción es movilizarnos, ponernos en marcha para realizar una determinada acción. En este caso, sentir empatía por la otra persona es un mecanismo de identificación emocional que debería impulsarnos a prestar ayuda si está en nuestra mano. Esta sería la razón por la que, por ejemplo, colaboramos con ONGs, participamos en acciones de voluntariado, ayudamos a un invidente a cruzar la calle o cedemos el sitio en el transporte público. Todas ellas son acciones que hacen ver al otro que hemos empatizado con su situación: Te comprendo, entiendo tus sentimientos, te hago ver que los entiendo y hago lo que está en mi mano por ayudarte.
 La empatía incluye:
Comprender a la otra persona desde SU propio punto de vista y ser capaces de comunicarle que le entendemos. Lo más importante es que se sienta plenamente comprendida 
Pero no es fácil ser empático, el desarrollo de la empatía requiere de una serie de habilidades adicionales, supone manejar adecuadamente la observación, tener memoria y razonar adecuadamente para realizar correctamente la inferencia sobre el estado mental/afectivo del otro.
Empatia-psicologia-tenerife-psicosaludPero…¿por qué somos empáticos? Volvemos a tirar de evolución, y es que si tras siglos de desarrollo hemos mantenido esta capacidad para ponernos en el lugar del otro, tiene que haber una razón de peso para que sigamos haciéndolo, y la hay. La empatía desempeña un papel importante en la disposición prosocial de las personas, de hecho, numerosas investigaciones como esta han encontrado relaciones altamente significativas entre empatía y conducta prosocial. Es decir, se relaciona con que seamos más eficaces al interactuar con nuestro entorno social, vivir en comunidad y a la hora de ayudar voluntariamente a los que nos rodean. Evidentemente, esto ha repercutido positivamente en nuestra capacidad de supervivencia, recuerda esa frase que dice:
Solos llegamos más rápido, pero juntos llegamos más lejos
La consecuencia aparentemente lógica es la que han demostrado otros estudios, y es que la empatía puede actuar también como inhibidor del comportamiento agresivo. De hecho algunos autores hipotetizan que las estructuras cerebrales asociadas con la conducta empática coinciden en gran medida, aunque no en su totalidad, con las relacionadas con la agresión y la violencia.
Todo esto tiene una interesante aplicación práctica, podemos considerar que desarrollando la empatía podremos aumentar la conducta de ayuda y disminuirán los comportamientos agresivos. Por tanto, vemos como el desarrollo de la empatía, más que un don, se trata de una habilidad, un recurso útil que nos permite relacionarnos con nuestro entorno de forma eficaz, y que contribuye directamente al desarrollo emocional y social positivo. Aspecto fundamental de cara a incluirlo como parte del entrenamiento en habilidades de educación emocional tanto con niños, en la escuela, en casa y mediante talleres, como con adultos.
Como hemos dicho que es una habilidad y por tanto podemos aprenderla, en próximas entradas hablaremos sobre pautas para mejorar la empatía.
Ana Rodríguez Sainz-Bravo. Psico·Salud
Centro de Asistencia Psicológica
http://www.psicosaludtenerife.com/empatia-mas-alla-de-ponerse-en-el-lugar-del-otro/?utm_content=buffera6f4a&utm_medium=social&utm_source=twitter.com&utm_campaign=buffer

No hay comentarios:

Publicar un comentario