El nuevo límite de velocidad de 130 km/h se atasca y puede que no veamos una señal con esta limitación para la operación salida de vacaciones.
Los más pesimistas piensan que ni para esta legislatura.
El reglamento de Circulación definitivo que recoge este cambio y otros muchos en materia de tráfico sigue sin ver la luz a la espera de conseguir la aprobación definitiva del Consejo de Ministros y en medio de un «apagón informativo» que ha inquietado al sector.
Son muchos los ayuntamientos y comunidades autónomas que, tras las elecciones, aún debenconstituirse y tienen mucho que decir en materias como el uso de bicicletas y velocidades (como el límite de 30 km/h en sus calles).
La normativa también ha sido muy protestada por los ciclistas, muy descontentos con la regulación que ha hecho la DGT.
Pero el reglamento, que hacía muchos años que no sufría modificaciones de calado, tampoco satisface a otros ministerios implicados, como el de Fomento, que discrepa de algunas de las medidas recogidas.
Su disparidad de criterio ya fue recogida por el Consejo de Estado cuando informó del proyecto legal, y éste puede ser ahora uno de los principales escollos, explican fuentes parlamentarias.
La Dirección General de Transportes Terrestres, dependiente de Fomento, ha sido la primera en manifestarse en contra de los cambios de velocidad que había propuesto la Dirección General de Tráfico, dependiente del Ministerio del Interior.
Y eso que la DGT propone que el aumento a 130 km/h se aplique de manera temporal en tramos de autopistas y autovías «en los que existan índices contrastados de seguridad, buenas condiciones de trazado y pavimentación, además de buenas condiciones meteorológicas y ambientales».
Sin embargo, la Dirección General de Carreteras ha expuesto en un informe, que remitió al Consejo de Estado, que «cualquier medida de incremento de velocidad disminuye la conciencia del riesgo por parte de los conductores y, en todo caso, incrementará el número de accidentes al modificarse la distancia de frenada.
Las autopistas han sido construidas en relación al límite fijado actualmente y no se ha tenido en cuenta el margen de seguridad que suponen esos diez kilómetros por hora adicionales».
El organismo dependiente de Fomento señala, además, que «la sociedad española no reclama una medida como ésta» para concluir que «los límites de velocidad deben basarse en la infraestructura y no en el tráfico».
Sin embargo, no siempre la opinión de los técnicos coincide con la de los ciudadanos, ya que una encuesta realizada en abril de este año a través de Ducit, el Observatorio Español de Conductores (dependiente del RACE), constata que el 80 por ciento de los usuarios está a favor de elevar a 130 Km/h el límite en las vías de alta capacidad.
En concreto, un 81,2% estaría a favor de aplicarlo en autopistas y un 79,8% en autovías.
Mientras, asociaciones como RACE creen que «los conductores no sólo quieren los 130 sino que pensamos que se pueden poner en marcha y no tiene por qué suponer un aumento de la siniestralidad. Creemos que ayudaría a potenciar el uso de carreteras más seguras», explicó su portavoz Antonio Lucas.
De los 28 países de la UE, 17 han incorporado velocidades máximas de 130 km/h o por encima de éstas, como es el caso de Polonia y Bulgaria con 140 km/h o en Alemania, donde existe una recomendación para circular a 130 km/h.
Sin embargo, las asociaciones de víctimas de accidentes de Tráfico tampoco no están muy de acuerdo con esta modificación de los límites de velocidad, precisamente en un momento en el que se ha roto la tendencia de siniestralidad y el balance de víctimas que registramos en lo que llevamos de año supera ya el del pasado.
El presidente de la asociación DIA, Francisco Canes, alertó ayer precisamente de esta situación. «No podemos permitirnos elevar los límites a 130 km/h con la estadística de muertos que estamos registrando».
En la comisión de seguridad vial del Congreso el portavoz socialista, Carlos Corcuera, también se opuso al cambio legal que no termina de ver la luz en lo que afecta a los 130 km/h.
«Aunque no haya entrado en vigor el nuevo límite, no puedes lanzar el mensaje de que se va a hacer porque mucha gente piensa que está vigente, se relaja y la realidad constata que la velocidad sigue siendo una de las principales causas de siniestralidad».
Resulta curioso el hecho de que la Dirección General de Carreteras tampoco esté de acuerdo con que se baje de 100 a 90 Km/h el límite de velocidad en carreteras convencionales. «Muchas de ellas han sido diseñadas pensando en este límite.
Las restricciones de velocidad han de ser pensadas teniendo en cuenta las vías y sus características: limitar la velocidad a 90 o 50 km/h en una carretera construida para el límite de 100 Km/h hará suponer a los usuarios que puede latir en la medida una finalidad recaudatoria».
Más aún, incluso especifica que «se producen menos accidentes en las que tienen como límite 100 km/h que en las que está fijado en 90 km/h». El organismo dependiente de Fomento también esgrime argumentos económicos para oponerse a los cambios introducidos por la DGT.
«Sería preciso cambiar la señalización con el coste que implica y que no se ha cuantificado y la medida afecta a 85.000 kilómetros de carretera».
Otro motivo de discrepancia tiene que ver con la nueva señalización que propone la DGT en el reglamento General de Circulación y relativa a cómo deben ser los pasos de peatones, los resaltos o las bandas transversales, por ejemplo.
La Dirección General de Carreteras cree que no es precisamente la DGT quien tiene la competencia específica para regular este tipo de señales.
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