8 may. 2015
130...130...
Nunca un reglamento tardó tanto tiempo para su aprobación.
Los motivos son varios, desde la falta de apoyo del Consejo
Nacional y del propio Ministro de Interior.
No es de extrañar porque parece que en la DGT en algunos
momentos se pierde parte de cordura o se está para otros
asuntos que desvirtúan el tema tan grave que tenemos
que es la alta siniestralidad en nuestras carreteras, por
más que se empeñe la señora directora en anunciar
por doquier que somos líderes destacados en la
bajada de la siniestralidad, encontrándonos entre los cinco
primeros países.
Vivo la seguridad vial con intensidad desde todos
los ángulos: la formación, la investigación, el análisis y
sus conclusiones y demasiado a menudo me encuentro
con frenos de inercia que paralizan cualquier avance lógico.
Desde la dirección de la DGT parece ser que la solución
se encuentra en tener los mejores vehículos, dotados de
todos los sistemas de seguridad activos y pasivos y poco más.
Eso sí, con miles de radares colocados por doquier.
No voy a cuestionar la colocación de radares, porque
efectivamente son un elemento disuasorio y ¡cómo no! coercitivo,
pero si debo criticar que si no acompañamos de otros
elementos claros como la formación y la regulación del sector
profesional, entre otros, el efecto rádar quedará sólo como
una medida recaudatoria.
Hace ya varios meses se abrió el melón del debate sobre 130
en tramos de autopistas y autovías.Un debate nada
necesario pues tras tantas movilizaciones en pro de los 140
que se habían vivido habían pasado al olvido.
En un momento de gran recesión económica, en la que
habían bajado el número de desplazamientos, no parecía
lógico empezar a hablar de los 130 y a mi hoy me lo sigue
pareciendo.
Teniendo en cuenta que, por otro lado aumenta el número
de controles de velocidad y las inversiones realizadas
en "Pegasus" (fue noticia en todos los informativos, la compra
del primer pájaro, lo que desconoce la mayoría es que
ya tenemos 5 pegasus), avistando desde el cielo y controlando.
No es que sea negativo controlar, pero es que no podemos
poner la tirita antes de la herida.
¿Cómo castigar a los infractores si no los hemos formado
de forma adecuada? ¿No es más económico invertir en formación
que en Pegasus?
La red viaria pública en España es de unos 600000 kms.
Se estima que solamente en 1500 km de autopista y autovía
será factible el aumento de la velocidad actual a 130.
Velocidad que no será fija sino inteligente, adaptándose
a las condiciones climatológicas, densidad del tráfico
y accidentabilidad, o lo que es lo mismo, unas inversiones
importantes para el beneficio resultante.
Todavía recuerdo cuando el gobierno de ZP, tuvo
la brillante idea de reducir las velocidades en las autopistas
y autovías. De repente empezamos a encontrar cambios
de señalización, cambios que en pocos meses volvieron al 120.
¿Se plantearon el coste económico sobre el supuesto beneficio?
Por otro lado, aumentar la velocidad tiene algunos inconvenientes
a valorar:
1.-No es lógico el aumento de velocidad cuando por otro
lado se incrementan los controles de velocidades.
El ciudadano de a pie, lo interpreta como una medida recaudatoria.
2.-El aumento de velocidad supone un aumento de consumo
de combustible y por ende se produce una mayor contaminación
atmosférica. ¿Dónde dejamos entonces la conducción sostenible?
3.-A mayor velocidad mayor distancia de frenado y de distancia
de detención total de un vehículo.
4.-Más velocidad, más riesgo de accidente y gravedad en las lesiones.
5.-Más velocidad mayor desgaste de neumáticos, elementos
de suspensión, etc.
En fin, espero que tras las recomendaciones del Consejo
En fin, espero que tras las recomendaciones del Consejo
y el propio Ministro, el reglamento quedé remodelado.
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