domingo, 2 de marzo de 2014

La navaja de Ockham y la Gestión de las Convocatorias de Examen del Permiso de Conducir. Por Sebastián Sánchez Marín.

Artículo sobre la formación de conductores y las convocatorias de examen:

La navaja de Ockham es un principio filosófico en el que se explicita que “en igualdad de condiciones, la solución, el planteamiento o el camino más sencillo suele ser el correcto”. Al mismo tiempo esta proposición metodológica también se aplica a la economía, concretamente a la microeconomía. Esta disciplina estudia el comportamiento económico de los agentes implicados en una determinada acción ya sean empresas, trabajadores, consumidores, inversores, mercados. En este caso se tienen en cuenta las decisiones de cada uno de los actores implicados para alcanzar las metas previamente determinadas.

En la cuestión que hoy nos ocupa, las autoescuelas, sean grandes o pequeñas, se ven afectadas de forma directa por la deficitaria gestión de alguna Jefatura Provincial de Tráfico (léase JPT de Barcelona o por extensión Dirección General de Tráfico o DGT), que no es capaz de dar una respuesta satisfactoria a las empresas (autoescuelas) y a los consumidores (alumnos aspirantes a los permiso de conducir) en la oferta de convocatorias de examen de conducir y en la imprecisión manifiesta para concretar, con antelación razonable, las fechas de los mencionados exámenes.

En el proceso para la obtención de un permiso de conducir existe un compromiso tácito, tanto de las autoescuelas como de la DGT. Ambas entidades han de compartir una finalidad prioritaria común y ésta no debería ser otra que la de conseguir, al concluir el proceso de formación y evaluación, conductores seguros y responsables, donde el valor a la vida propia y ajena ha de ser el primer objetivo a considerar. Por otra parte, nadie debería olvidar que estas organizaciones (autoescuelas como empresas privadas y DGT como organismo público) han de garantizar la eficiencia del proceso y del resultado. Los centros de formación de conductores han de velar para que la formación que imparten alcance la finalidad y los objetivos fijados. No obstante, para asegurar que la mencionada formación logre los niveles de competencia establecidos y con el fin de neutralizar y paliar el posible apego o afecto emocional desarrollado, hacia los alumnos, durante el proceso de enseñanza aprendizaje, ya que este apego puede dificultar, en mayor o menor medida, la objetividad del profesor se hace preceptiva una evaluación externa. Ésta, hasta ahora, la ha realizado tradicionalmente la DGT.

Como se desprende de las palabras escritas, en líneas superiores, estoy de acuerdo en que en el proceso de formación de conductores han de coexistir dos tipos de evaluación bien diferenciadas: la primera ha de ser una evaluación formativa que facilite el proceso de enseñanza aprendizaje. Este tipo de evaluación favorece la mejora formativa haciendo factible que el profesor de formación vial adapte y personalice el proceso de formación al ritmo y a la manera de entender y de asimilar de cada uno de sus alumnos; la segunda corresponde a una evaluación externa, ésta ha de ser aséptica y exenta de lazos emocionales, materiales y/o económicos. Tarea que es realizada con eficacia por funcionarios examinadores.

En principio, hasta aquí, no debería haber grandes contrariedades pues los roles quedan bien delimitados y definidos, el problema aflora cuando una de las partes deja de cumplir con su compromiso de eficiencia. En este caso la deficiencia en la gestión de las fechas de examen afecta a: 1. La empresa (autoescuela), 2. La formación y 3. Los consumidores (alumnos).

1. La autoescuela: porque, aunque es ajena a la gestión y distribución de las fechas de examen del permiso de conducir es la que da la cara al comunicar a sus alumnos que el examen queda aplazado, por enésima vez, para otro día. La reacción del alumno, cuando es la primera vez que se le notifica el cambio de fecha, puede que sea más o menos afable, pero cuando la situación se repite una vez detrás de otra…, la respuesta de los alumnos deja de ser tolerante y se origina un conflicto, quedando la imagen de la autoescuela gravemente dañada. En cuanto a las consecuencias económicas para la empresa…, por no hacer mala sangre mejor lo dejamos para otra ocasión; 
2. La formación: porque el baile continuo de fechas distorsiona la planificación y programación del proceso de enseñanza; 
3. Los alumnos porque sufren de forma directa e indirecta todas las consecuencias de este desaguisado.

La cuestión es que de una manera u otra alguien debería poner solución a esta situación. Creo que es razonable pensar que: cuando se observa que ante un problema grave los que deben resolverlo no lo hacen, sea por falta de recursos, de competencias o de creatividad, quizás deberían, el resto de agentes implicados, apuntar algunos remedios. Por mi parte, y sin preocuparme en exceso por si esta medida sigue o no el principio de la navaja de Ockham, una de las soluciones plausibles está en que las comunidades autónomas, que tengan transferidas las competencias de formación, también se hagan cargo de realizar la evaluación externa (se les transfiera las competencias para examinar). Otra solución a considerar es que sean empresas privadas las que realicen esta función.

Sea como sea lo que parece claro y alarmante es que la situación involucionista no presenta visos de mejora. La gran incógnita es ¿Si esta situación se muestra así, ahora que la crisis reduce el número de aspirantes presentados a examen, qué pasará cuando aumente la lista de alumnos que quieran examinarse?... Quizás entonces tengamos que hablar de la teoría del caos.

Autor: Sebastián Sánchez Marín
Profesor de Formación Vial y Director de AE
Psicólogo especialista en psicología clínica
Profesor de la UAB (Ciencias de la Educación)

http://www.revistatravesia.es/noticia/2275/Actualidad/La-navaja-de-Ockham-y-la-gestion-de-las-convocatorias-de-examen-del-permiso-de-conducir.html

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