¿Que harías si no tuvieras miedo?
No, no es un fallo de mi blog, es tan solo una manera de representarlo y es que la primera vez que me formularon esa pregunta me quedé igual que tú, espaciado y acojonado. Esta frase la encontré un día mareando por una librería mientras hacia tiempo para algo que ni me acuerdo, un tal Borja Vilaseca la había utilizado para poner titulo a su libro y parecía que lo habían puesto justo para mi ese mismo día. Era insultantemente rojo e insultantemente provocador para ese momento de la mañana. Que harías si no tuvieras miedo: Pues no estar aquí buscando un libro para quitarme el miedo. Aveces el miedo desprende agresividad, en esos momentos me tocó los mismísimos y por supuesto que me puse agresivo, me recordé a mi mismo diciéndole a algún alumno: Es mucho peor arrepentirse de cosas que no has hecho que de cosas que hiciste. Que sabio soy a la hora de dar consejos a los demás, pero la cuestión estaba en porque no hacíamos más de la mitad de las cosas que queremos, pues simplemente porque tenemos miedo. Desgraciadamente estamos diariamente relacionados con miedos y frustraciones de baja intensidad que se prolongan en el tiempo y que sin darnos cuenta están intrínsecamente introducidos en lo cotidiano, desde el ascensor al bote de laca para el pelo. Lo peor del miedo es que nos bloquea una de las necesidades vitales mas importantes de los seres vivos, que es el aprendizaje.
La mayoría de gente no puede aprender porque tiene miedo, causado muchas veces por los métodos intrusivos de educación que retrasan y aletargan al alumnado, llegando incluso a crear situaciones violentas y de impotencia total. El miedo es necesario hasta cierto punto, la creación de hitos o miniobjetivos es fundamental para la formación, necesitamos crear minifrustraciones para poder superarlas sin necesitar grandísimos esfuerzos psicologicos y no crear situaciones traumáticas. Los procesos formativos de la conducción están repletos de megafrustraciones ya que se desarrollan íntegramente en la calle. En resumen, ya creamos conductores miedosos y agresivos en las propias clases, ya que el miedo y agresividad vienen de la mano.
Recuerdo el día que un guardia civil me paró porque la alumna iba haciendo eses por el camino y casi nos subimos a una mediana, según el señor agente, desde aquí le mando un saludo por ser tan comprensivo. Aunque sepamos que no hemos hecho nada, la simple presencia del uniforme verde nos hace sentir miedo, hay quien se pone incluso cachonda, la cuestión es que el señor agente insistía en que no podíamos circular por la carretera de esa manera, no le quito razón, pero es que la chica llevaba ya 20 prácticas, ¿qué mas quería que hiciera? El agente insistía en multarme porque la alumna no había puesto el intermitente, ¿que podía haber hecho ahí? Y que si no estaba en condiciones de salir a la calle que porque la sacaba… pues eso digo yo pá Qué! Por desgracia nos vemos obligados a enseñar a la gente en territorio hostil, que buena película, ya que si por lo que fuese no lo hacemos así la gente abandonará tu autoescuela, porque no le enseñas a aprobar el examen, tal vez se irán con otro que le instruya en el maravilloso mundo de aprobar el examen a la primera. En definitiva, somos inconscientemente demandantes de miedo.
Lo que si es cierto, es que obligamos a la gente a tener miedo y encima queremos que aprendan a conducir como es debido. La pregunta que debemos de formularnos los profesionales de este sector es si estamos contribuyendo a mejorar los hábitos en la carretera o simplemente estamos echando más leña al fuego. Enseñar en este tipo de circunstancias solo favorece a la continuidad del miedo, si conducimos con miedos conduciremos también nuestra vida con miedos.
http://blog.jesuscentrosdeformacion.es/precursores-de-la-amaxofobia/
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